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dilluns, 16 de maig del 2011

Tras los pasos de la Barcelona indiana

Publicado en El Periódico del 5 de mayo de 2011

El dinero llegado de las Américas impulsó la construcción del Eixample, financió numerosos edificios modernistas y dio alas a la industrialización de Catalunya. Y no sólo eso: gracias a los capitales indianos, los catalanes se convirtieron en los terceros inversores más importantes del canal de Suez.
La cuantía de las fortunas que los indianos acumularon en Cuba, Puerto Rico y otras colonias sigue siendo un misterio para los historiadores. Como también lo es qué parte de ese dinero acabó revirtiendo en su tierra de origen. Sin embargo, nuevos estudios sugieren que las repatriación de capitales, especialmente hacia Barcelona, fue muy superior a lo que hasta ahora se suponía.
Las jornadas Les base colonials de Barcelona, 1765-1968, celebradas el pasado jueves en el Museu d’Història, aportaron revelaciones importantes como la realizada por el profesor de historia moderna de la UPF Josep Maria Delgado sobre la participación catalana en la apertura del canal de Suez. Sin embargo, algunas preguntas quedaron sin respuesta. ¿En qué porcentaje contribuyó al dinero indiano a la industrialización? “Esa sigue siendo la pregunta del millón?”, se lamentó Martín Rodrigo, el coordinador de las jornadas.
Àngels Solà, doctora en historia moderna de la Universitat de Barcelona sostiene que “la historia reciente de Barcelona no se puede explicar sin los indianos. Sin ellos y sin su dinero, no se habría producido el despegue económico del XIX”.
Sin embargo, los indianos no eran en su mayoría barceloneses de nacimiento. Un muestreo aportado por Martín Rodrigo: de 116 indianos barceloneses, sólo cinco habían nacido en la ciudad. Setenta eran originarios del resto de Catalunya, 16 del resto de España, 14 de América y 11 de origen desconocido.
Entonces, ¿por qué escogen Barcelona a la hora del regreso? Seguramente hay tantas respuestas como casos particulares. Para Martín Rodrigo, lo cierto es que “la presencia de estos ciudadanos favorecerá la inserción de Barcelona en los circuitos financieros internacionales, porque muchos de ellos tenían parte de su fortuna en Nueva York, París o Londres. Se ha dicho que el dinero indiano se quedó en Estados Unidos o Gran Bretaña. Es cierto en parte. Mucho de este dinero acabará tarde o temprano en Barcelona”.
Las fortunas de origen indiano se invertirán en los grandes proyectos del momento, líneas de ferrocarril, empresas textiles, navieras, bancos, propiedades inmobiliarias… Los ejemplos abundan. Joan Güell, padre de Eusebi, mecenas de Gaudí, creará el Vapor Vell de Sants, la empresa de hilatura más importante de Catalunya. Los hermanos Vidal Quadras, de Sitges, fundarán un banco. La Maquinista Terrestra y Marítima tendrá entre sus siete socios a cinco indianos…
El dinero afluye en abundancia. En 1882, Agustín Fabián Goytisolo escribe desde Cuba, donde dirige dos ingenios de azúcar, a su hermano Antonio, que vive en Barcelona: “He remitido a papá en estos catorce años cerca de 400.000 pesos”, es decir, unos doce millones de pesetas. Y un par de años antes, Antonio había escrito al hermano residente en las Antillas: “Me decido a hacer cuatro casitas en el paseo de Gracia”.
En la decisión de instalarse en Barcelona de muchos colonos subyace también un deseo de obtener un reconocimiento social. “Tenían dinero pero les faltaba una posición. Por eso se casan con la nobleza arruinada. Así obtienen titúlos nobiliarios y un estatus social”, defiende Carme Grandas, doctora en historia del arte. La Exposición Universal de 1888 se convertirá en el gran escaparate del poder que habían acumulado”.




TEMPLO DEL TIBIDABO
(Tibidabo)
Nacida en Chile, Dorotea de Chopitea y de Villota dedicó buena parte de su fortuna familiar a la construcción de quince escuelas, cuatro iglesias y siete residencias para estudiantes. Con su dinero y el de otros indianos, como el que aportó la familia Negra –fundadora de una empresa fotográfica- se construyó el templo expiatorio del Sagrat Cor, en el Tibidabo.

CÍRCULO ECUESTRE
(Diagonal, 502)
La sede del Círculo Ecuestre fue la residencia particular del empresario Luis Pérez Samanillo, nacido en Filipinas. El palacete fue proyectado por Juan José Hervás, el arquitecto que intervino en la reconstrucción de la catedral de Manila.

BANCO HISPANO COLONIAL
(Via Laietana, 3)
El Barcelona Hotel Colonial conserva en su fachada las siglas del banco que en su origen dio nombre al edificio. La institución financiera promovió compañías como la Trasatlántica o la General de Tabacos de Filipinas.

SAGRADA FAMÍLIA
(Mallorca, 401)
Tate Cabré i Mireia Olivé afirman en la Guia de rutes indianes de Catalunya, de próxima aparición, que la Sagrada Família que conocemos se levantó, en parte, con capital indiano. Según las autoras, Gaudí comenzó a trabajar en el tempo en 1883 “con la intención de construir un templo de dimensiones medianas. No obstante, a finales de siglo la Junta recibió un donativo anónimo, se supone que de una dama propietaria de una gran fortuna indiana, que lleva al arquitecto a replantearse el projecto”.

PALAU MOJA
(Rambla, 118)
En la segunda mitad del XIX, la Rambla se convierte en el paseo de las vanidades de los indianos y sus fortunas. El que seguramente fue el más rico de todos ellos, Antonio López, adquirió el Palau Moja por 700.000 pesetas y lo reformó a su gusto, decorándolo con alegorías a la vida marinera y colonial. Por su parte, Tomàs Ribalta compró en la Rambla de Santa Mònica el histórico Palau March de Reus –la actual sede del departamento de Cultura de la Generalitat- por un millón de pesetas.

PALAU DE LES HEURES
(Campus Mundet, Harmonia, s/n)
Para muchos de los que se enriquecieron en las Américas, no bastaba con disponer de un palacete en el centro de Barcelona. Muchos de ellos se construyeron también segundas residencias, rodeadas de jardines suntuosos, al pie de Collserola. Sus fincas debían ser el reflejo de la posición social que habían alcanzado. El Palau de les Heures perteneció al indiano Josep Gallart i Forgas a su regreso de Puerto Rico. Hoy, el complejo acoge dependencias de la Universitat de Barcelona.

PORXOS D’EN XIFRÉ
(Paseo Isabel II, 8-12)
Josep Xifré pasó de ser un hijo de marinero de Arenys de Mar a convertirse en el hombre más rico de la España del siglo XIX. Forjó su fortuna en Cuba, donde ostentaba el monopolio del curtido de pieles, la consolidó en Nueva York e invirtió una parte de ella en Barcelona y en su pueblo natal. Los Porxos d’en Xifré, de 1837, fue el primer edifico de la ciudad dotado con depósitos de agua en la azotea. La fachada está decorada con relieves que relatan su vida junto a simbología grecoromana y de origen masón.