Publicado en El Periódico el 27 de mayo de 2010
En Catalunya amamos los bosques, pero la relación que tenemos con ellos es ambigua y distante. Los hemos idealizado, convirtiéndolos en un simple elemento decorativo de un paisaje que querríamos a salvo de cualquier huella humana. Nos cuesta entender que las arboledas puedan tener alguna utilidad distinta a la de complacer nuestra mirada, y que, incluso para su preservación, es bueno que sean objeto de algún tipo de explotación. Los tenemos olvidados. Solo nos acordamos de su existencia en otoño, cuando empieza la temporada de setas, y en verano, cuando observamos con lágrimas en los ojos, y desde lejos, cómo arden.
Suelo recorrer las Gavarres en bicicleta y puedo dar fe de que desde la Generalitat se está haciendo, este año, un trabajo ingente para recuperar los bosques tras la gran nevada del 8 de marzo. Pero la labor que hay que realizar es de dimensiones grandiosas. La tormenta que dejó media Girona a oscuras hizo caer miles de árboles y casi no quedó ni un solo camino apto para la circulación.
Desde la Conselleria de Medi Ambient se asegura que recuperar los bosques exigirá un trabajo continuado que se prolongará dos o tres años, y que a lo máximo a que va a llegar antes del verano es a abrir la red principal de caminos y las zonas más sensibles. Así pues, el peligro de incendio será máximo de aquí a unas semanas. Y si el trabajo se alarga tanto tiempo, la vegetación crecerá irremediablemente, y muchos senderos que en el pasado servían para comunicar por la vía más directa casas aisladas se perderán para siempre jamás.
¿Los ciudadanos podemos hacer algo, además de lamentarnos? Cero que sí, como mínimo los que somos usuarios habituales. Bastaría con que cada uno de nosotros, cada vez que vamos a la montaña, dedicáramos un rato a retirar algunas ramas y algunos de los numerosos troncos que hallamos por el camino. O que los centros excursionistas y clubs ciclistas organizaran salidas con esta única finalidad. Yo me presento voluntario. Como dicen los bomberos, «los incendios se apagan en invierno». Todos podemos contribuir.
