Publicado en El Periódico del 20 de mayo de 2010
¡Vaya ironía! Ahora resulta que los herederos de los verdugos del franquismo entierran en la cuneta judicial a Baltasar Garzón, el juez que precisamente defendía la dignidad de las víctimas de la dictadura. ¿Tan fácilmente hemos olvidado lo que significaron aquellos cuarenta años nefastos de nuestra historia?
Por si alguien necesita un recordatorio, Franco fue aquel hombre que, entre otras cosas, dijo: “España será gobernada por un sistema corporativo semejante al que ha sido instaurado en Portugal, Italia y Alemania” (1936); “sabed, madrileños, que cuanto mayor sea el obstáculo, más duro será por nuestra parte el castigo” (1936); “ahora no cabe pensar más que en terminar la guerra; luego habrá que liquidarla” (1937); “el nuevo Estado español será una verdadera democracia” (1937); “si es necesario, fusilaré a media España” (1938); “el carácter de cada región será respetado, pero sin perjuicio para la unidad nacional, que la queremos absoluta, con una sola lengua, el castellano, y una sola personalidad, la española” (1938); (Hitler es) “un hombre extraordinario, moderado, sensible, lleno de humanidad y con grandes ideas” (1940); “no hay redención sin sangre, y bendita mil veces la sangre que nos ha traído nuestra redención” (1946); “nuestro deber es morir”; “con España seguirán siempre estando la verdad y la razón” (1946); “niego que en España haya ningún problema político que resolver. Nuestros problemas los hemos resuelto con nuestra sangre y con nuestro esfuerzo” (1946); “cuando otros van hacia la democracia, nosotros ya estamos de vuelta” (1947); “no daré a España ninguna libertad en los próximos diez años. Pasado ese plazo, abriré un poco la mano” (1949); “si Alemania no existiera, los europeos habríamos de inventarla” (1956); “es infantil calificarme de dictador” (1957); “nuestra obra es el mandato de nuestros muertos” (1962); “nunca me movió la ambición de mando” (1966); “nuestro país necesitará por largos años ser gobernado con infinita prudencia y también con comprensión y amor” (1967)
Qué frágil es, a veces, la memoria.