Publicat a El Periódico del 19 de maig del 2011
Dominando la plaza Catalunya, una gran lona publicitaria de Nike con el dibujo de dos pimientos y el lema “El valor de tener valores”. Abajo, una variopinta muchedumbre de jóvenes que grita, que silba, que hace sonar las cazuelas para hacerse oír. Hasta hace tres días eran los sin voz, los sin trabajo, los sin casa propia, los que se decía que no tenían futuro ni esperanza. Hoy, están en el primer plano de la actualidad, y lo saben. Los focos se centran en ellos, en lo que dicen, en lo que hasta hace tres días demandaban en foros mucho más reducidos sin que se les hiciera mucho caso. Hoy, en cambio, posiblemente por primera vez en su vida, se sienten protagonistas de la historia. Han llegado hasta aquí y no están dispuestos a dar ni un paso atrás. Resistirán, proclaman a los cuatro vientos. “¡De plaza Catalunya, no nos moverán!”, vociferan. Si quieren echarlos, tendrá que ser por la fuerza.
A las ocho de la tarde, los miles de personas concentradas en plaza de Catalunya se repartían en corros para debatir sobre la falta de vivienda, sobre la globalización, sobre el impacto de la crisis en las mujeres o sobre temas más propios de un foro universitario como “geopolítica y economía mundial”. En otro foro, más concurrido, un grupo musical, malabaristas y payasos entretenían la espera con sus actuaciones mientras la plaza se iba llenando de curiosos y solidarios con la causa.
Entre ellos, Jaume Collboni, del PSC, que aseguraba haber venido “a poner la oreja”. “Hay que estar én la plaza Catalunya, en especial los partidos de izquierda, porque este mensaje, que hasta ahora estaba subyacente, ha emergido y es importante que lo escuchemos. Aunque los políticos seamos los que nos llevamos la peor parte. Los otros poderes, los económicos, no tienen rostro y es difícil actuar sobre ellos”.
También estaba José Jiménez García, un jubilado de 67 años que se ha acercado a la plaza con su mujer para expresar su solidaridad con los concentrados. Jiménez asentía mientras un joven rodeado de cámaras de televisión se preguntaba qué haría ZP con un sueldo de 420 euros al mes. “Mucha gente lo está pasando muy mal, demasiado mal. Si la juventud no hace nada, lo tenemos muy mal, todos –aseguraba-. Algunos no nos podemos quejar, pero hay que pensar en los demás”.
De repente, las conversaciones se interrumpen, los corros se disuelven. A las nueve de la noche, se encienden los focos de las cámaras de televisión. Cuando las cadenas conectan en directo con la plaza, rugen las voces, atronan las cazuelas y la plaza se llena de aplausos de júbilo. La masa se siente fuerte y celebra con felicidad estar aquí, seguir aquí, junta, en defensa de la causa. Son conscientes de que han desafiado al poder y que han ganado el tercer asalto después de tres días concentración. ¿Hasta cuándo aguantarán? Esto es ahora mismo lo que menos importa, lo que nadie en apariencia se plantea. Los indignados se sienten felices. Por una vez, se sienten dueños de su destino. El yes we can que popularizó Obama se ha adaptado a la realidad de la acampada. Yes we camp!
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada